La osteopatía en los bebés

Una pregunta que me hacen muchas veces en la consulta es si puede aplicarse la osteopatía a bebés. De entrada, pensar en que puedan hacerse manipulaciones a niños tan pequeños puede provocar rechazo. Es normal. Pero las técnicas que acostumbramos a emplear con ellos no son las mismas que con los adultos. Y, pese a lo que se pueda pensar, los bebés son más resistentes de lo que parecen. Eso sí, es necesario tener presentes los diferentes estadios de desarrollo y maduración de los huesos del pequeño ya que no pueden comprimirse o presionarse partes que no sean suficientemente sólidas.

Dicho esto, ¿cuándo sería indicado llevar al bebé a la consulta de un osteópata? En realidad no hay una respuesta válida. Habrá quien diga que siempre, y sobre todo durante los primeros meses de vida. O cuando haya un problema. O cuando tengamos dudas. De hecho, a mí me han llegado bebés cuando mis pacientes han sido padres y madres. Es muy común que si nos hacemos un seguimiento preventivo todos los años nos preocupemos de hacer lo mismo por los nuestros. Si existe algún problema es mucho mejor empezarlo a tratar lo más pronto posible y a esta edad los niños son muy adaptables y tienen una capacidad de cambio absolutamente increíble.

El problema más común y el motivo principal de consulta suelen ser los cólicos. Pensemos que el sistema digestivo es el último que entra en funcionamiento y en ocasiones necesita un período de ajuste para que todo funcione correctamente. Lo más habitual es que encontremos tensiones que impiden la movilidad normal de las vísceras que realizan esta función.

Otro caso frecuente son las tortícolis, muchas veces relacionadas con posiciones forzadas dentro de la matriz y con traumas por tracción en el momento del parto. Debemos ser conscientes de que son muy pequeños pero también de que tienen músculos y ligamentos que pueden lesionarse.

Otro problema frecuente se produce cuando los bebés sufren afecciones pulmonares. Su capacidad para bombear la mucosidad en las vías aéreas es ciertamente muy limitada. La fisioterapia respiratoria o la osteopatía aplicada en este mismo sentido acostumbran a ser de gran utilidad. Podríamos hacer una lista larga de afecciones que encontraremos en infinidad de páginas sobre osteopatía infantil. Sin embargo, lo mejor es guiarse por el criterio de los padres, que ven a su hijo cada día y saben cuando algo no es normal.

Debemos tener en cuenta ciertos criterios que nos hagan sospechar que hay algo que no funciona. Evidentemente, la fiebre o la temperatura alta nos tienen que llevar directamente al médico. El pediatra será siempre nuestro referente durante todo el proceso de crecimiento del niño o la niña.

En un primer momento los bebés no hacen gran cosa y tienen una movilidad muy reducida. Por lo tanto, cuando algo no va bien no suelen tener más recurso que quejarse, es decir: llorar. Con los días aprendemos a distinguir cuando el tono del llanto nos indica una urgencia o una simple queja. Los bebés pueden quejarse de cualquier cosa, igual que un adulto. Pero, naturalmente, no tienen forma de decirnos qué les pasa. Lo más normal es que tengan dolor. Recordad el malestar y el dolor de estómago que sufrimos cuando algo nos ha sentado mal o lo que duele el oído cuando tenemos otitis. No es extraño que se lloren desconsoladamente y más cuando poco antes habían estado nadando bien calentitos y tranquilos en el vientre materno.

Asimismo, los bebés deberían poder dormir plácidamente después de las tomas una vez nos hemos asegurado de que han expulsado el aire que hayan podido tragar. La pérdida de peso nos debe alertar, salvo durante los primeros días de vida y los posteriores a cualquier infección. Si toman pecho es preciso recordar que muchas veces ganan peso más lentamente pero tienen que quedar igualmente satisfechos y relajados.

Otro problema recurrente son los planos en la cabeza o plagiocefalias. Suelen ser un signo de que el bebé se mueve poco o de que lo colocamos siempre en la misma postura pero no acostumbran a ser peligrosas y suscitan más bien un inconveniente estético. No hay evidencias de que con la osteopatía se puedan revertir pero sí que, si son fruto de poca movilidad o de una acomodación por culpa de contracturas o tensiones, podemos ser muy eficientes. Recordad pues cambiar la posición del bebé. Solemos ponerlos a nuestro lado o al lado de la pared pero, en este caso, tendrán la tendencia de mirar hacia el lado de donde reciben los estímulos. Será tan sencillo como poner la cabeza en un lugar diferente de su cama todos los días.

Y, por último, no tengáis miedo de preguntar. Pero a los profesionales. Y recordad que vuestras madres os han tenido a vosotros y no lo ha hecho tan mal.