Prevenir y tratar una tendinitis

Hoy os hablaré de la temida tendinitis. Temida porque suele ser un problema que nos acompaña una larga temporada. Resumiendo mucho, una tendinitis es la inflamación de uno o más tendones. Puede haberse producido una rotura parcial o total de las fibras del tendón o simplemente una inflamación reactiva. Dependiendo del origen de la lesión, en el ámbito médico se habla de tendinitis cuando es un caso agudo e inflamatorio, o de tendinosis en los casos crónicos y causados por el desgaste. El tendón es un tejido que conecta el músculo con el hueso. Podríamos decir que es la correa de transmisión entre el motor (el músculo) y la palanca (el hueso). Está formado sobre todo por colágeno, la proteína presente en todo el tejido conectivo y es elástico. Ayuda a que los tirones de los músculos, que son realmente potentes, no arranquen el hueso. No tiene actividad contráctil alguna y, por lo tanto, no tiene ninguna culpa de lesionarse.

   Así pues, ¿qué causa el daño? Recordemos que el tendón transmite la fuerza del músculo al hueso para mover la articulación. Visto así, podría parecer que el causante de la lesión sea el músculo, pero no es tan sencillo. El problema radica en que, con frecuencia, para hacer un movimiento se necesitan diversos músculos que, a su vez, pueden realizar acciones distintas. Pongamos un ejemplo para saber qué quiero decir. Todos podemos localizar el bíceps y todos hemos hecho “bola” en el brazo cuando éramos pequeños y sabemos que flexiona el codo. Es más, muchos de nosotros sabemos trabajarlo en el gimnasio cuando trabajamos la fuerza. Pero quizá no todo el mundo sabe que el bíceps es un músculo doble y multiarticular, es decir, que actúa sobre más de una articulación. En el cuerpo no todo es lo que parece y, sí, el bíceps flexiona el codo pero también puede flexionar el hombro e incluso adelantarlo. Todo depende del punto de partida. Es esta acción múltiple de muchos músculos lo que complica realmente la solución. Como siempre, es mejor prevenir y evitar que aparezca el problema, lo que pasa por realizar un buen mantenimiento y estiramientos con sentido. Evidentemente, la mayor parte de la población no sabe lo bastante de anatomía y necesitará quién la guie.

  Una tendinitis muy común es la del hombro, o síndrome subacromial. Es el mejor ejemplo de lo que estoy explicando hoy. Al hombro llegan diez tendones de diferentes músculos y lo que se conoce como manguito de los rotadores, que está formado por cuatro músculos que estabilizan la articulación (la que tiene mayor rango en todo el cuerpo). Estos músculos tienen una relación tan íntima entre ellos que no podemos diferenciarlos a simple vista. Necesitaríamos un microscopio para ver dónde acaba el tendón y dónde empieza el ligamento o la cápsula articular. La afectación de uno de los cuatro tendones afecta absolutamente a toda la articulación. Y no basta con tratar el que está lesionado y el manguito. Tiene que rehacerse el equilibrio en todos los músculos que llegan hasta el hombro o que influyen en él y hay unos cuantos más que los diez de los que hablaba. Prevenir la lesión puede ser por ello muy complicado. Dependerá de los hábitos de cada uno, del tipo de deporte que se practique o del trabajo que se tenga y, más importante todavía, de la técnica que se tenga cuando realicemos esas actividades.

 Hace ya un tiempo que se pudo constatar que ante un tendón dañado lo más recomendable es realizar ejercicios excéntricos. Es decir, aquellos en los que aguantamos el peso y lo soltamos lentamente, como si descargáramos una estantería acompañando la caída. Tiene toda la lógica del mundo ya que los músculos tienen unos sensores de longitud. Nos informan cuando se contrae o se estira la fibra muscular, igual que los tendones, pero en este caso solo se activan cuando se estira demasiado. Tienen la capacidad de modular la activación de las neuronas a nivel medular cuando existe riesgo para los tejidos, pero con estos ejercicios también podemos influir sobre ellas y disminuir la tensión que soporta el tendón.

   A todo esto, la osteopatía puede añadir una visión complementaria importante. Dentro de los principios de la osteopatía existe una ley que con frecuencia pasamos por alto: “la forma gobierna la función”. Significa que cuando algo tiene una forma redondeada la lógica nos dice que rodará y si es plana lo más normal es que se deslice. Y precisamente los músculos colaterales forman planos de deslizamiento. El entrenamiento, los esfuerzos laborales, la acumulación de pequeñas lesiones y tensiones, etc. hacen que estos diferentes planos que están en contacto puedan quedar “enganchados”. Esto impedirá el funcionamiento normal de los músculos implicados y, por lo tanto, la correcta función de la articulación, aumentando el riesgo de lesión a corto o medio plazo. Introducir en el plan de entrenamiento y de la recuperación este concepto de planos de deslizamiento me parece muy importante para evitar estas lesiones y otras que comprometen a las articulaciones. Y, además, mejora la función muscular a la vez que incrementa su eficiencia y rendimiento.